El modelo “corporated-startup”
MoolecScience nace como spin off de Bioceres, que necesitaba la tecnología Molecular Farming para enzimas de interés industrial, particularmente quimosina. En su momento, la dirección pensó cuál sería el próximo paso para expandir esa plataforma y ahí apareció Gastón Paladini, gerente general de Moolec, con su visión de probar tecnologías para proteínas alternativas. No somos la típica startup, que tiene que pelearla mucho en las rondas de financiamiento, sino más una “corporated startup”, en el marco de un grupo con solvencia que decide financiarnos y ayudarnos dentro de las rondas de financiamiento, y dentro de una estructura montada en que apoyarnos y apalancarnos. Por eso, el camino de crecimiento ha sido vertiginoso, rápido y exitoso, y pudimos hacer la salida a Bolsa recientemente.
Identificar el mercado
Para lo que nosotros hacemos –proteínas alternativas-, hay un mercado que hoy, fundamentalmente, prefiere no consumir productos de base animal sino vegetal. Nuestro fuerte principal es lo que se conoce como el “flexitarianismo” (práctica de consumir alimentos principalmente de origen vegetal y un consumo ocasional de alimentos de origen animal) para aquellos públicos que quieren tener una vida más saludable y más sustentable en relación a sus consumos. Hoy, una persona vegetariana tiene que apelar a productos muy poco saludables, con una gran cantidad de sal y aditivos cuya función principal es imitar de manera sintética el sabor y la experiencia de un producto animal y, además, suplementar nutritivamente su alimentación. Ese es el mercado que nos interesa, es muy grande y nuestra propuesta de valor es mejorar los productos que ya existen, de base vegetal, con este tipo de tecnología, porque resolvemos el problema que tiene la industria, ya que brindamos más nutrición.
Otro problema muy importante es el costo: una alimentación más saludable, con productos más orgánicos, de menos procesamiento, es cara. El objetivo es lograr una producción sustentable de alimentos saludables a un costo eficiente.
Con este tipo de tecnologías -la biotecnología industrial, la edición genética- se resuelven gran parte de esos problemas, porque permite consumir productos de mucha calidad nutricional y organoléptica a un costo accesible, ya que en definitiva sigue siendo producción agropecuaria. Todos estos beneficios se traducen en tener un producto que puede competir con cultivos.
De este modo, se puede hacer realidad la escala y proponer productos más saludables e interesantes, con perfiles nutricionales correctos, y que sobre todo aportan esa experiencia que el usuario quiere en términos organolépticos, de textura y de sabor.
El concepto es trabajar en esos tres pilares: sustentabilidad, nutrición/salud y la parte de escalabilidad y ser eficientes. Es la ventaja de la biotecnología, que te resuelve muchos problemas de esta industria.
Hay algunos mercados en los que no participamos; para aquellos que quieren alimentarse solo con orgánicos, nuestros productos nunca serán atractivos (pero ese mercado tiene que, en algún momento, enfrentarse al tema de la sustentabilidad y los desarrollos que tiene lo orgánico respecto a la sustentabilidad y a su costo). Por eso competimos en el mercado de consumidores mucho más “conscientes” en términos de nutrición y sustentabilidad, y que están abiertos a productos de alguna manera “más sofisticados” (en la ciencia que este producto lleva). Y nuestro compromiso con ellos es mostrar qué hacemos, cuáles son las evidencias, cuáles los riesgos y responder las preguntas de ese consumidor.
Una propuesta ventajosa
Hay muchas maneras de pensar en Molecular Farming y sus beneficios; la manera más fácil es compararnos con la industria tradicional de producción de carnes -con la vaca en sí- en términos de superficie, manejo y uso del agua por hectárea, es decir, la tecnología de producción de moléculas animales con Molecular Farming versus la proteína animal producida por el propio animal. En este sentido, los beneficios son gigantes: hablamos de reducción de agua de 30 veces; y uso de la tierra para alimentación, de cientos de veces.
Ahora, si comparamos Molecular Farming con otras plataformas de producción de proteínas alternativas, por ejemplo, fermentación, también se aprecian beneficios importantes que tienen que ver con el uso de energía: en la agricultura molecular, el proceso energético principal es la fotosíntesis (obviamente, hay costos asociados a la propia producción agrícola) versus un sistema fermentativo, donde es necesario un medio de cultivo para el microorganismo y mucha potencia energética.
El ecosistema argentino
La calidad científica de nuestro país -egresados, doctorados, el universo de científicos argentinos- es de primer nivel y trasciende la coyuntura socioeconómica. El argentino está tan acostumbrado a transitar las incertidumbres económicas, a trabajar con poco presupuesto y bajo marcos legales fluctuantes, que eso nos convierte en buenos gestores. Hay polos biotecnológicos: un grupo de empresas del grupo Bioceres y la provincia de Santa Fe tienen un fondo para crear 500 startups en un horizonte de diez años, buscan científicos y hacen un sondeo con gente de negocios para estas nuevas ideas. Hay mucha variedad de este tipo de iniciativas, con aceleradoras, y provocan un boom de empresas.
Creo que el desafío que tiene Argentina como país es tratar de que esas empresas no se vayan. Hay un boom de empezar proyectos en Argentina: están los fondos, las aceleradoras, existe ese espíritu emprendedor. El desafío es que, en el siguiente paso, no se vayan, porque los inversores internacionales “son vivos”, ven el potencial del país y con muy poco se los llevan. Creo que el país, al margen de salvar esta coyuntura triste y decadente, debe aportar los incentivos adecuados.
Bonus track
Siendo más “filosóficos”, como padre uno piensa qué futuro dejamos para los hijos, cuál es nuestro grano de arena que podemos dejarles a ellos y al futuro, haber hecho algo que represente un salto cuantitativo en el bienestar de la población. Es una motivación personal y puede trasladarse a nivel de empresa. No solo estás trabajando con productos que vienen a resolver algunos problemas, sino que ese mismo trabajo ayuda a generar fuentes de trabajo, promueve un espíritu emprendedor de las comunidades y genera un efecto dominó. No se necesita ser una ONG para hacer las cosas bien. Podés ser una empresa y tratar de ganar plata para hacer las cosas bien.