El biocontrol es la utilización de microorganismos o moléculas provenientes de organismos vivos como principal ingrediente activo de bioproductos o bioinsumos para un manejo fitosanitario alternativo al uso de productos de síntesis química, con la consiguiente disminución en general del impacto ambiental y mayor eficiencia en los casos de patógenos resistentes a los efectos de ese tipo de productos. Actualmente estamos investigando la utilización de microorganismos antagonistas o sus metabolitos para el control de las enfermedades más relevantes en diferentes cultivos de interés económico en el NOA.
Defensa vegetal
Nuestro equipo de trabajo ha identificado y caracterizado compuestos a partir de hojas de frutilla, capaces de estimular la defensa vegetal y con actividad antimicrobiana contra diferentes bacterias y hongos fitopatógenos. Uno de ellos, el PSP2 (por sus siglas en inglés “PlantStimulation and Protection”, Estimulación y Protección vegetal), fue evaluado contra enfermedades en los cultivos de soja, caña de azúcar y limones. En este último campo, los resultados fueron contundentes porque quedó demostrado que PSP2 tiene actividad antifúngica contra el agente causal de la podredumbre verde de los cítricos.
Biomasas y energía
Argentina y el mundo necesitan diversificar su matriz energética. Uno de los caminos más prometedores es el de la energía verde, usando de modo adecuado y eficiente los recursos energéticos vegetales de los que disponemos. La utilización de biomasa como fuente de energía desempeñará un rol fundamental en las actividades agroindustriales de nuestra región y esta es la orientación de nuestra línea de trabajo.
En esa dirección son de importancia los estudios de los “sistemas híbridos renovables”, constituidos por dos o más fuentes de energía utilizadas conjuntamente para proporcionar mayor eficiencia y equilibrio en el suministro de energía.
Agricultura de Precisión
La teledetección y los Sistemas de Información Geográfica, dentro del marco de la Agricultura de Precisión, son herramientas que facilitan la visión sistémica, contribuyen al diagnóstico a diferentes escalas y permiten la toma de decisiones acerca de cuáles Buenas Prácticas Agrícolas son las más adecuadas para cada situación.
El monitoreo de la superficie de cultivos y de prácticas agrícolas contribuye a la adopción de una agricultura climática y ecológicamente inteligente, adecuada al contexto en el que se practica, teniendo en cuenta tanto las tecnologías como las huellas ambientales. Con esta acción se favorece, además, un ordenamiento territorial basado en una planificación ambiental y productivamente sostenible.